01 febrero 2006

Viper para Chile


Si bien este blog generalmente no aborda noticias de aviación, no es posible dejar pasar la reciente incorporación a la FACh del primer par de unidades del F-16, en este caso dos biplazas de la versión D. Y no por la novedad en sí misma sino que debido a que este vistoso hecho tiene alcances que bien pudieran considerarse históricos.

En primer lugar, es la primera vez que la FACh suma aviones de combate nuevos de fábrica desde que a contar de fines de 1982 lograra inventariar 6 unidades del Mirage 50C, algunos de los cuales todavía prestan servicio en el Grupo 4 convertidos al estándar 50CN Pantera.

Por otra parte, culmina con éxito el que en su momento fuera el Programa Caza 2000, luego Nuevo Avión de Combate, concurso en el cual el Fighting Falcon fue evaluado en conjunto con el Mirage 2000-5, el JAS 39 Gripen y el Boeing F-18. Un proceso largo y complejo, propio de un país que no puede darse el lujo de mal invertir sus dineros del sector defensa, y que ahora da paso a una nueva etapa, cual es la de lograr las plenas capacidades operacionales de este sistema de armas, la llegada de las 8 unidades restantes, y la recepción de los 18 aviones adquiridos hace poco en Holanda. Así, 28 aparatos estarán operativos para mediados de 2007, y no debería descartarse que otros tantos aviones similares sean adquiridos en el corto plazo, habida consideración que la institución está decidida a dar de baja un buen número de medios que hoy están en primera línea.

Los múltiples pormenores de la transacción pueden encontrarse en varias otras fuentes, aunque sí es destacable el que los más recientes despachos internacionales especializados reporten que estos nuevos aviones no tendrán mayor problema en cuanto a la integración de armamento aire-aire y aire-tierra tan moderno y de primer nivel como los propios aviones que los portarán, despejando así una de las naturales dudas que se dejaron ver inicialmente en algunos círculos (ajenos a los detalles que sólo manejaban la FACh y al Poder Ejecutivo).

Es destacable el que, paralelamente al acabado proceso técnico y político que llevaron a cabo la FACh y el gobierno, haya tenido lugar en otros estamentos de nuestra sociedad una amplia difusión y discusión respecto de las implicancias del paso que la FACh estaba dando en este sentido. Ciertamente no todas las opiniones o análisis fueron adecuadas o enteramente certeras, pero sin duda que cada actor sabrá sacar sus propias conclusiones de este asunto.

Lo importante al final del día es que –independientemente de los legítimos gustos políticos de cada cual– la dirigencia civil ha estado ciertamente a la altura de las circunstancias en su rol ejecutivo y ha jugado un papel clave en el feliz hecho de que la FACh esté finalmente incorporando este sistema de armas de características tan avanzadas.

El crecimiento e importancia reconocida al sector Defensa, a la par de la progresiva consolidación de la mayoría de los aspectos del Estado chileno, ha hecho que no sólo sea la FACh la beneficiada con este proceso de cambios; esta política es ampliamente compartida por las demás ramas de la defensa nacional, las que se encuentran embarcadas en sus propios auspiciosos planes de renovación de equipamientos y de mejoras de todo orden. Es un proceso de actualización de alcances tan amplios y complejos como tal vez nunca antes se había dado en Chile, principalmente por lo masivo (pues beneficia a toda la defensa nacional), porque transcurre dentro de plazos oportunos y claros, con una aceptación ciudadana generalizada, y que incentiva a nuestras instituciones militares a esmerarse en la adecuada introducción y asimilación de todos los sistemas que están llegando, y en fortalecer aún más los criterios de operación conjunta que permitan obtener de nuestras fuerzas lo mejor de ellas en el cumplimiento de su rol como instituciones fundamentales de la república.

(Todas las fotos, I.S.)