16 octubre 2008

Una precisión...

...respecto de un artículo anterior


Sikorsky S-43 1 Magallanes (foto, colección I.S.)
A propósito mi breve artículo sobre algunos de los más importantes accidentes ocurridos en la zona sur-austral, y publicado en este blog y también en la revista Enfoques (de Puerto Montt), y como las investigaciones nunca se detienen, aprovecho de hacer una pequeña adición.

El hecho es que en dicho escrito se sostiene (algo temerariamente) que "... el 2 de junio de 1937 el Sikorsky S-43 N° 2 llamado Chiloé, de la Línea Experimental Puerto Montt-Magallanes (de la FACh), zozobraría en Hualaihue, cerca de Ancud, víctima de un temporal insoportable, causando la muerte de los cuatro aviadores militares tripulantes. Este fue el primer accidente de un avión de pasajeros en la ruta austral". Cierto a medias, porque no precisé que ese hecho efectivamente significó la muerte de los cinco pasajeros.

El accidente efectivamente ocurrió, y causó el desaparecimiento de ese avión, pero lo cierto es que pocos días antes su gemelo –el Sikorsky S-43 número 1 y de nombre Magallanes– había tenido un percance, que aunque menor y sin víctimas, también cuenta para las estadísticas como un incidente con daños (o sea, un accidente).

En efecto, el 28 de mayo de 1937 el Magallanes había salido temprano en la mañana con destino hacia la provincia del mismo nombre, transportando cinco pasajeros. El avión sufrió un desperfecto a la altura de Talcán, viéndose obligado el piloto -capitán Felipe Latorre- a descender de emergencia y acuatizar con mala mar. Al día siguiente fue auxiliado por la escampavía Yelcho de la Armada que se encontraba en esa zona en una comisión habitual, buque que logró llegar a la máquina a las 16.00 horas del día 29, prestando los primeros auxilios y recogiendo a tripulación y pasaje. Otro remolcador fue despachado desde Puerto Montt –el civil de nombre Foca- con más elementos para el salvataje y, principalmente, para toar al aeroplano hacia puerto debido a que uno de los flotadores sufrió una fea rajadura al pasar sobre una saliente rocosa mientras navegaba por sus propios medios intentando alcanzar la playa. Valga recalcar que el amerizaje propiamente tal resulto haber sido hecho “con toda felicidad” (como acostumbraban a consignar los reporteros de la época cuando la cosa no había pasado a mayores).

Así es que valga el apunte, por interesante.